miércoles, 6 de octubre de 2010

...La ilustracion..!!!


En la Ilustración surge la idea de que el hombre tiene el deber de realizar un "progreso moral", lo cual implica que es libre y que puede determinar su voluntad de manera "racional". La noción de progreso, tan simple como parece, ha exigido enormes esfuerzos teóricos a los filósofos que se ocuparon de la moral. En efecto, ¿cómo establecer de manera segura cuáles son las ideas que señalan el camino de la mejora moral?


La Ilustración, que surgió entre los siglos XVII y XVIII y provocó cambios revolucionarios en la cultura y en la sociedad, desarrolló un programa de carácter eminentemente filosófico. En el ámbito de la filosofía teórica, la "gnoseología" buscó un camino de acceso a la Naturaleza a través de la razón y de los sentidos, manteniendo un esquema de justificación que anteriormente apelaba a la autoridad y que ahora intenta recurrir a principios seguros del conocimiento. Resulta paradigmática, al respecto, la duda metódica de Descartes, cuyo fin es evitar todo prejuicio y llegar a un "punto arquimédico" de certeza para el conocimiento.


De manera análoga, en la filosofía práctica surge la exigencia de una justificación racional de la ética. Se busca asentar la esfera moral, que ahora constituye un ámbito independiente, en nuevos fundamentos racionales y seculares. Kant propone como principio moral supremo la autonomía de la voluntad, es decir, la exigencia de que la voluntad se determine por su propia ley. Esto equivale a actuar como lo exige el "imperativo categórico", a saber, según aquella máxima que se pueda querer como ley universal. Sin entrar en temas específicos de la filosofía kantiana, importa señalar que el imperativo categórico es concebido como un procedimiento para juzgar moralmente los actos. Se trata quizás del mejor ejemplo de aquello que la Ilustración aspiró a brindar al debate público, a saber, criterios y métodos de justificación racional para evaluar el carácter moral de las acciones.


En el contexto de la exigencia ilustrada de tomar distancia frente a las normas recibidas, la razón debe reemplazar a la autoridad en la justificación de los principios morales. Como consecuencia, la propia cultura, la propia época y la propia tradición pueden ser juzgadas recurriendo a principios morales racionalmente fundamentados, ya que estos revisten un carácter de universalidad que no puede cuestionarse desde la mera vigencia de normas particulares. Y no solo se trata de que los principios sean universales, sino también –particularmente desde que Kant formulara el imperativo categórico- de que una norma moral debe poder universalizarse.


presentado por:


javier herrera
cristian herrera
wilber barrios

No hay comentarios:

Publicar un comentario